Entrevista a Rosa Centeno en el DV“Los jóvenes están haciendo una gran labor” por Álvaro Bermejo

“Si la gente se diese cuenta de lo que significa la pérdida de un solo pelo, correrían como si se les cayesen los ojos”. Rosa intenta convencerme mostrándome en una ampliación los siete círculos concéntricos del corte de un pelo, como el tronco de un árbol cuyas raíces se hunden en lo más profundo de muestro metabolismo. Por ese pelo -o por esa hipérbole- ella entró en el gran árbol de la Naturopatía.

Entre hojas de abedul y lecturas del iris, fue aprendiendo a regenerar cuerpos y espíritus con esa energía que se transmite con las manos y con el corazón. Y que se expande luego de quienes la experimentan a quienes la necesitan, como las vivificadoras espirales del ADN. Empezó sanando a los amigos y ahora administra un consultorio de muchos pacientes. Hay otros que le esperan muy lejos de aquí. Por el tiempo en que estudiaba medicina chamánica, se ofreció para diagnosticar, a cambio de nada, en los países del Este. En Varsovia, le visitaban muchas personas al día. Si sanar a los demás es una manera de sanarse uno mismo, es lógico que Rosa goce de tan buena salud, desde el pericardio hasta el último pelo.

– Un pelo que cae, ¿es algo más que una estética en crisis?

– Un pelo que cae es una célula que muere. El cuerpo es un sistema celular interconectado. Si se deteriora una célula capilar, se deteriora parte del organismo.

– Regenerando una célula, ¿se puede regenerar toda una persona?

-Sin duda, y hay que buscar la regeneración desde dentro. Un pelo enfermo nos remite a un órgano interno enfermo, hígado, corazón, estómago. Es eso lo que hay que empezar a depurar y a regenerar, para restablecer la salud perdida.

-¿Cuándo tuvo la certeza de que las raíces y las semillas pueden curar?

– Lo experimenté por mí misma con unas semillas de “fenogreco”, que son un depurativo fabuloso.

– Por el tiempo en que comenzó a estudiarla, la Naturopatía, ¿contaba con la misma consideración social que hoy?

– Hace treinta años había mucho recelo, pero yo no me preocupaba de eso, sino de curar a la gente. Y la gente hablaba por mí.

– ¿Qué se entiende por Medicina Bioenergética?

– Trabajar el cuerpo y el alma de las personas. El 75% de las enfermedades tiene un origen psicosomático.

– El paciente que se pone en manos de un curandero, ¿no busca esa curación mágica que en otro tiempo ofrecían brujos y brujas?

– La palabra curandero tiene muchas connotaciones. Lo primero que hay que hacer es buscar un buen profesional, llamémosle como queramos, y luego los resultados hablarán por sí mismos.

– Las brujas vascas de antaño, ¿eran naturópatas con un mal asesor de marketing?

– Pienso que sí. Aquellas que sabían tanto de la pasmobelarra y otras hierbas, harían hoy una gran labor en la Medicina.

– ¿Qué aprendió mientras estudiaba medicina chamánica en México, Perú, Bolivia, Colombia y Mongolia?

– Lo más importante, entrar en el alma de las personas para sentir su alegría o su tristeza.

– Según Castañeda, la ingestión de hongos alucinógenos nos transporta más allá de la muerte.

– Yo no tengo ninguna duda de que después de la vida hay otra vida, una vida mejor. Creo en la reencarnación, y en un Dios que es como una energía perfecta.

– De la muerte a la vida, ¿qué es lo que más le duele al hombre contemporáneo?

– Cuando estuve en Rusia volví enamorada de la paz y de la alegría de esa gente que no tenía nada. Al llegar a San Sebastián, aunque era Semana Grande, vi mucha tristeza.

– ¿Cuál es la enfermedad más extendida, entre la población vasca de este tiempo?

– La mala circulación, no se le da la importancia que tiene y es transcendental.

– La Crisis, ¿tiene un remedio natural?

– La Crisis es un indicador de un malestar profundo. Un mensaje que nos dice que tenemos que cambiar de vida, persona por persona, hasta el conjunto del país.

-¿Qué les recetaría a esos 200.000 vascos que están de baja en el INEM?

– Lo primero, que vayan al campo, que anden por los bosques. Los árboles nos hablan, el contacto con la Madre Tierra, cura.

– ¿Qué le dice el hecho de que el árbol emblemático de Guipúzcoa, sea el tejo?

– Que tiene muchísima fuerza. El veneno en pequeñas dosis cura, en grandes mata.

– Ahora al guipuzcoano se le conoce más por su amor a la Naturaleza. Hay un despertar precioso en la gente, buscan ese contacto con la Naturaleza porque saben que cura.

– ¿Qué le hace pensar que vivimos en un país saludable, a pesar de todo?

– La libertad que veo hoy mismo en los jóvenes. Tienen una gran presión social, pero interiormente son muy libres, ya están haciendo una gran labor.